Puede ser que la peor fase de la crisis de la eurozona aún no la hayamos visto y puede ser que ese "cataclismo" que obligaría al Gobierno a pedir el rescate esté a la vuelta de la esquina. Es el escenario más adverso, quizá el menos probable, pero nadie puede descartar que el Gobierno griego se incapaz de llegar a un acuerdo con la Troika para recortar otros 13.500 millones de euros. De momento, todos los acontecimientos en el maltrecho país mediterráneo apuntan a esta dirección y el Eurogrupo ya no esconde su preocupación.
Los ministros de finanzas de la zona euro reclamaron este martes al Gobierno de Antonis Samaras que resuelva "las cuestiones pendientes" con la Troika -la delegación de expertos de la Comisión Europea, el FMI y el BCE- y cierre rápidamente el nuevo paquete de recortes imprescindible para que los socios europeos desbloqueen el siguiente tramo de ayuda. El tiempo corre en contra del Gobierno heleno, que ha reconocido que sólo tiene dinero para pagar pensiones, salarios públicos y otros servicios públicos hasta mediados de noviembre. Y, a pesar de que Samaras anunció que el acuerdo con la Troika estaba cerrado, desde Bruselas mantienen que aún siguen abiertas algunas cuestiones.
El jefe del Ejecutivo heleno, de corte conservador, tiene además otro problema interno. Su Gobierno se sostiene con una coalición apoyada por los socialistas del Pasok y el grupo de centroizquierda Dimar, y ambos han amenazado con votar en contra del acuerdo con la Troika si finaliza en los términos que se están planteando. A saber: una dura reforma laboral, nuevas rebajas de los sueldos públicos y un ambicioso programa de reformas estructurales, entre otras medidas.
El acuerdo definitivo con la Troika y la aprobación el parlamento griego -previsto para el lunes 5 de noviembre- son dos requisitos necesarios para que el Eurogrupo acceda a desbloquear el siguiente tramo de ayuda, de 31.000 millones de euros. Y aun así, el Gobierno griego tendrá una posición cada vez más débil de cara al electorado, asfixiado por tantos sacrificios y que volverá a manifestarse contra los ajustes en dos nuevas huelgas generales convocadas para la primera quincena de noviembre.
El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, se mostró este martes por la noche confiado en que el acuerdo llegue antes del 12 de noviembre, la próxima meta volante que han fijado los ministros de Finanzas del euro para tratar el problema de Grecia.
Al tiempo que Grecia hace sus esfuerzos, la eurozona y el Fondo Monetario Internacional (FMI) también tendrán que resolver sus diferencias para encontrar una solución -¿definitiva?- en el país heleno. Porque la ayuda financiera prevista en el segundo rescate al país no va a ser suficiente dadas las malas perspectivas económicas que afronta el país. El Gobierno griego ha revisado a la baja sus proyecciones para el próximo año y espera ahora una caída del PIB del 4,5% -2013 será su sexto año en recesión- un déficit del 5,2%. Además, la deuda pública se disparará hasta el 189% del PIB, muy lejos del objetivo que marcó la Troika de bajar este nivel hasta el 120% en 2020.
De momento los acreedores de Grecia, esto es, el FMI y los socios del euro, no se ponen de acuerdo en cómo reformular el rescate. El organismo internacional que dirige Christine Lagarde ha planteado a los países de la eurozona y el Banco Central Europeo que asuman voluntariamente pérdidas en el dinero ya prestado al país, logrando así que el Tesoro heleno reduzca la cantidad que tiene que devolver.
Pero ni el Eurogrupo ni el BCE están por la labor de asumir pérdidas, más ahora que algunos países, como Alemania, se encaran un año electoral. En su lugar proponen dar más tiempo a Grecia para reducir el déficit y aumentar el préstamo en otros 30.000 millones. Pero, dos años y medio después de que se acordara el primer rescate a Grecia, esto puede sonar a una nueva patada hacia adelante sin una clara estrategia de lo que Europa quiere hacer con este país.
Fuente: Diario El Mundo
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