Desde la segunda semana de marzo un litro de gasolina cuesta de media 1,477 euros y uno de gasóleo 1,399 euros, según el boletín petrolero de la UE, lo que supone el máximo histórico en ambos productos.
Sin embargo, el crudo está todavía lejos del nivel alcanzado en julio de 2008, cuando llegó a cotizar a 146,07 dólares por barril. ¿Cómo es posible, entonces, que los carburantes estén en máximos y que el petróleo esté a 20 dólares de su mayor registro? La respuesta se encuentra en los impuestos y en el cambio del euro respecto al dólar.
Desde que el barril de petróleo tocó máximos, en España se ha aprobado una subida de los impuestos especiales que gravan los hidrocarburos, un incremento del IVA, un encarecimiento de la fiscalidad del gasóleo profesional y diez comunidades autónomas han implantado el "céntimo sanitario" para costear la sanidad. Eso es lo que ha provocado que los impuestos representen ya, según los últimos datos de la Asociación de Organizaciones de Productores Petrolíferos (AOP) el 46,9% del precio de la gasolina y el 41,06% del gasóleo. En términos absolutos, el peso de los impuestos ha crecido entre 2008 y 2011 siete céntimos por litro en el caso de la gasolina y ocho céntimos en el gasóleo.
Pero el principal factor que ha disparado el precio de los carburantes ha sido el encarecimiento del dólar. Cuando el petróleo superó la barrera de los 146 dólares, el cambio era 1,6 dólares por euro, mientras que en la actualidad el cambio apenas supera los 1,3 dólares, lo que supone una apreciación del 20%. Y esto es una losa para un país como España que solo produce el 0,20% del crudo que consume y que tiene que importar el resto.
El petróleo se compra en dólares, de modo que una revalorización de esa moneda se traduce automáticamente en un encarecimiento de la factura que tienen que asumir Estado, empresas y particulares en España en sus compras. El anterior ministro de Industria, Miguel Sebastián, fue el que institucionalizó el cálculo de que por cada diez dólares que se encarece el barril de petróleo, el coste para la economía española se eleva en 6.000 millones de euros.
El dedo acusador, por lo tanto, suele fijarse en las petroleras, que acarrean con el sambenito de lucrarse con el encarecimiento del petróleo. Desde la AOP rechazan esa tesis y apuntan en el sentido contrario, argumentando que sus márgenes crecen cuando el precio está más barato, ya que tienen que gastar menos dinero en todo el proceso que va desde la adquisición del crudo hasta la venta en la estación de servicio.
Un análisis más en profundidad ofrece resultados diferentes para la gasolina y el gasóleo. Con un petróleo a 146 dólares, el margen bruto que les quedaba a las petroleras por cada litro de gasolina en el primer semestre de 2008 era del 10,7% del precio final, mientras que en la actualidad ha caído al 9,8%, lo que supone un recorte del 9%. Todo lo contrario ha sucedido con el gasóleo, en el que la ganancia bruta ha crecido un 4%, al pasar de un 10,15% a un 10,56%, gracias en parte al menor peso de los impuestos frente a la gasolina.
Las petroleras, además, critican la estrategia de los distintos Ejecutivos de imponer gravámenes a los combustibles para impulsar los ingresos tributarios, en la medida en la que afecta a un consumo ya deteriorado por la crisis. En 2011, la compra de gasolina cayó un 6,6% y la de gasóleo un 6,3%. Esa tendencia se ha mantenido en enero con bajadas del 4,5% y del 3,6%, respectivamente.
Respondiendo a la pregunta del titular, los que ganan con la carestía de los carburantes son los países exportadores, cuyas ventas siguen creciendo, y los importadores, que encuentran una justificación en la necesidad de ingresos adicionales para subir todos los impuestos que gravan los hidrocarburos. Los perdedores son familias y empresas, que tienen que pagar mucho más dinero en su quehacer diario, y las petroleras, en menor medida, por el impacto que el menor consumo tiene en sus ventas.
Fuente: Diario Cinco Días
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