En paralelo a los quince años de crecimiento continuado que acumuló la economía española entre 1993 y 2008, el déficit comercial, que mide la diferencia negativa entre exportaciones e importaciones fue aumentando de forma exponencial. El techo lo tocó en 2007, cuando superó los 100.000 millones de euros, casi el 10% del PIB. A partir de esa fecha comenzó a corregirse, en paralelo a la crisis financiera y económica, cerrando el pasado ejercicio en 46.300 millones, menos de la mitad.
Esa tendencia, en la que se ha combinado un aumento de las exportaciones con un fuerte recorte de las importaciones, se ha prolongado en enero, en el que el déficit ha descendido hasta los 3.655 millones. Esta cifra supone un recorte del 25% respecto al mismo mes del ejercicio anterior y hace retroceder el saldo negativo a los niveles registrados en 2003. Si se eliminan las compras de energía, que representan el 25% de las importaciones, el déficit se convierte en un superávit de 148,4 millones.
Esta corrección, que representa una buena noticia al reducir la dependencia del exterior, puede verse interrumpida por la ralentización de las exportaciones. Las ventas al exterior tan solo han crecido un 3,9%, un avance muy moderado frente a los registrados en el mismo mes de 2010 y 2011 (un 9% y un 32%). En este deterioro ha tenido un papel protagonista la recesión económica en la zona euro, a donde se destinan la mitad de las exportaciones. Los principales socios comerciales son, por este orden, Francia, Alemania, Italia y Portugal. Las previsiones de la Comisión Europea apuntan a que las dos primeras se van estancar este año, mientras que la tercera y la cuarta ya están en recesión. Portugal lleva en esa situación desde el primer trimestre de 2011 e Italia entró oficialmente a finales de diciembre. El origen de los desequilibrios es radicalmente diferente en ambos países: la economía portuguesa está intervenida y el FMI prevé que se mantendrá al menos otros dos años en esa situación. En el caso de la italiana, los profundos ajustes para reconducir la deuda pública, que supera el 120% del PIB, van a restar capacidad de compra a la tercera mayor economía de la zona euro.
Las previsiones del Ejecutivo español, recogidas en el cuadro macroeconómico diseñado para los Presupuestos de 2012, reflejan el deterioro de las exportaciones, que apenas avanzarán un 3%. Ese frenazo se verá compensado en parte por una depreciación del euro (que abarata las ventas a las regiones del área dólar) y por el retroceso de las importaciones, con un ajuste del 5%.
Todas esas estimaciones, sin embargo, pueden saltar por los aires si finalmente el precio del barril de Brent, de referencia en Europa, continúa con la tendencia alcista iniciada a principios de año. El ministro de Economía, Luis de Guindos, previó que el barril de crudo se mantendrá en una media de 120 dólares. En lo que va de ejercicio se ha situado en 117 dólares, aunque favorecido por el abaratamiento del euro.
En este contexto, los países emergentes se muestran como la tabla de salvación para las empresas exportadoras, ya que el 47,1% de las ventas al exterior ya se dirigen fuera de la zona euro. En la clasificación de los países sobresale Estados Unidos, con una cuota de mercado del 3,7%, fuertemente beneficiado por el abaratamiento del euro, que ha impulsado las ventas a ese país. En segundo lugar, pero a mucha distancia, se sitúan Suiza (2,5% del total), Marruecos (2,1%), Turquía (2%) y China y Polonia (1,6%).
En el caso de los importadores sobresalen Francia e Italia, con un 11% respectivamente, seguida por China, que lidera la clasificación fuera de la zona euro con el 8,2% de las compras.
Fuente: Diario Cinco Días
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