El Parlamento griego ha aceptado los recortes exigidos por la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional a cambio de su segundo rescate valorado en 130.000 millones de euros. El nuevo ajuste se ha aprobado con una cómoda mayoría de 200 votos a favor y 74 en contra.
En contra del acuerdo votaron los partidos de izquierdas, tal y como habían anunciado, pero también 11 diputados del socialista PASOK y 9 de ND, que rompieron así la disciplina de voto de las dos formaciones en el gobierno de coalición.
También se abstuvieron otros 9 parlamentarios de PASOK y 1 de ND, igual que el grupo parlamentario de LAOS, la formación ultraderechista que esta semana abandonó el gobierno por desavenencias.
Los diputados votaron en una jornada de intensa violencia en la capital de la Hélade, donde ardieron varios edificios y se produjo un centenar de heridos, y en algunas islas como Corfú y Creta. Los políticos acordaron en el Parlamento situado en la plaza Syntagma un recorte de 3.300 millones de euros en salarios, pensiones y empleos públicos sólo para este año.
No obstante, el nuevo plan de austeridad incluye la condonación de 100.000 millones de euros de la deuda en manos privadas, el plan de recapitalización bancaria y el resto de medidas de ajuste para los próximos años que la troika exige a cambio del crédito.
El ministro de Finanzas griego, Evangelos Venizelos, instó al parlamento griego a votar a favor del acuerdo. "Nadie quiere castigarnos. Quieren transferirnos su modo de pensar y son los que tienen la mayoría y el dinero", se justificó.
Grecia no podría hacer frente a los pagos que deberá en el próximo mes sin este rescate. La alternativa suponía una suspensión de pagos y su más que probable salida del euro. Todo ello, sin contar con el efecto contagio a otros países de la zona euro, como España.
Caos en las calles
Mientras los políticos debatían sobre el futuro de Grecia, más de 100.000 personas se manifestaron en los alrededores del Parlamento contra los recortes. Según fuentes policiales consultadas por Efe, al menos 60.000 personas se concentraron en las plazas de Syntagma y de Omonia, sin tener en cuenta las avenidas Panepistimio y Amalías, además de numerosas calles céntricas.
Cuando el cantante Mikis Theodorakis, de 86 años y uno de los convocantes de la protesta, pidió a la policía que le permitieran subir a las escaleras del Parlamento para dirigirse a las masas, los antidisturbios arrojaron gases lacrimógenos a los miles de personas concentradas en la Plaza Sintagma "sin que mediase provocación", según testigos presenciales.
Fuentes policiales aseguran que más de un centenar de manifestantes han resultado heridos y unos 50 han sido detenidos. Además han tenido que ser hospitalizados 54 personas, entre civiles y policías.
Mientras, más de una docena de edificios han ardido, entre ellos el edificio central del banco Alphabank y un Starbucks.
El cine Attikon, construido en 1870, y el Asty, utilizado por la Gestapo como cámara de tortura durante la Segunda Guerra Mundial, han resultado pasto de las llamas.
"Esto no es una democracia, no nos dejan ni protestar, es una dictadura", manifestó una joven. "Envían a gente pagada para que cause problemas. De esta manera pueden justificar los gases lacrimógenos e impedirnos protestar frente al Parlamento", denunció Jristos, de unos 40 años.
Suspense en el Parlamento
La votación requería mayoría simple. Los líderes de los partidos pedían la disciplina de voto para que no hubiera más disensiones en sus filas. Sin embargo, una veintena de diputados del partido de Yorgos Papandreu (PASOK) manifestaron antes su rechazo a los ajustes, igual que otros trece de Nueva Democracia, los conservadores de Antonis Samaras. Y a ellos se sumaban otros 16 diputados del partido ultraderechista Laos que votarán en contra.
Los 300 diputados que conforman el Parlamento griego votan de forma nominal con lo que será muy fácil saber si ha funcionado o no la disciplina de voto y el peso que está teniendo en su decisión la presión de la calle.
Un pozo sin fondo
Horas antes del inicio de la votación, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en declaraciones a un dominical, decía que la permanencia o no de Grecia en la zona del euro, "es algo que está en manos de los propios griegos" pero "aún en el caso de que eso ocurriera -lo que la mayoría no cree-, Grecia seguiría siendo parte de Europa".
En su opinión, el gobierno de Angela Merkel quiere evitar la salida de Grecia del euro pero, agregó el ministro, "no se le puede trasmitir a los griegos la sensación de que no deben esforzarse".
Ha asegurado que Grecia no puede ser "un pozo sin fondo" y ha dicho que la salvación del país heleno es un proceso más difícil que la reunificación alemana porque "la idea de que algo tiene que cambiar es algo a lo que muchos no han llegado" en ese país. "Ya no bastan las promesas", ha zanjado.
Schäuble y el ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwelle, creen necesario que se pongan en práctica parte de los programas de ajuste ya acordados para Grecia y "no en algún momento del futuro sino ahora".
Fuente: Diario El Mundo
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