Bruselas pide un imposible. El Gobierno se enfrenta hoy a una de sus decisiones más complicadas desde que se conformó. Tendrá que aprobar un límite a los pagos presupuestarios de la Administración Central sin conocer la senda de corrección del déficit real que exige la UE de antemano. La UE no acaba de tomar esta decisión, pospuesta a mayo, y el Ejecutivo empezará a trabajar por su cuenta.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, reconoció ayer en Bruselas que la Comisión Europea no decidirá si relaja o no el déficit público hasta dentro de dos meses, cuando ya se conozcan los recortes que se aprobarán a finales de marzo en los Presupuestos Generales del Estado. El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, parece empeñado en no mover ficha, pese a que se pueda volver en contra de las propias autoridades comunitarias.
Rehn parece no conocer las reglas estadísticas de la Hacienda Pública española. El techo de gasto en España, que es una barrera que se autoimpone el Gobierno para no gastarse más dinero que el que tiene en las arcas, no puede elaborarse sin conocer el agujero presupuestario del que se parte. De hecho, el techo de gasto se elabora haciendo una previsión de ingresos (teniendo en cuenta la subida del IRPF) y sumándole el déficit permitido. Con esta simple suma se calcula la barrera del gasto que el Estado no podrá sobrepasar de ninguna forma.
Así, lo que Bruselas le pide al Gobierno español es algo así como el que se haga trampas en el solitario. El ministro de Hacienda sólo tiene ahora dos opciones, ya que la actual legislación nacional le obliga a elaborar un techo de déficit para el Estado.
La primera opción sería ajustarse al déficit que exigía Bruselas hasta ahora en el techo de gasto, con un 4,4% de déficit, lo que obligaría a trastocar servicios públicos básicos como las pensiones y el gasto en desempleo. Ésta es la que más le gustaría a los líderes europeos ortodoxos.
La segunda posibilidad que tiene Montoro es fijar su propia cifra de déficit y un techo de gasto muy austero, sin hacer demasiado caso a las directrices de la UE. Esta segunda opción es, sin duda, la mejor para capear el temporal sin renunciar a la vuelta a la estabilidad presupuestaria.
La primera opción sería un suicidio, porque se agravaría mucho más la crisis y se destruiría la confianza y el empleo. La segunda es la más realista. El problema es que la especialidad de las autoridades europeas (con Grecia, con el fondo de rescate) es no adoptar ni una decisión firme. Rajoy se ha topado con la burocracia comunitaria.
Fuente: Diario EXPANSIÓN
Enlace patrocinado por
info@ingeypro.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario