Nadie ha dicho que emprender sea fácil, pero aquellos que lo han hecho aseguran que no hay nada más estimulante que la satisfacción de comprobar que una idea, por peregrina que sea y con todas las dificultades que conlleva, llega a buen puerto. Algunos apuntan que una de las mayores dificultades es conseguir financiación para ver cumplido ese sueño empresarial. Precisamente, y con el fin de poner una pizca de luz a todo ello, se celebró esta semana la jornada ¿Por qué invierten las empresas extranjeras en start-ups españolas?, organizada por Esade y la Fundación Rafael del Pino. La presidenta de esta institución y anfitriona de los 500 asistentes a esta sesión, María del Pino, destaca que es necesario "conformar un entorno financiero favorable para los emprendedores".
Una de las principales conclusiones que se extrajo de la participación, tanto de inversores como de emprendedores, es la necesidad de crear proyectos globales, con amplitud de horizontes. Es la mejor manera de atraer capital y conseguir financiación.
Desde el prisma de las firmas de venture capital, Europa está empezando a funcionar a niveles parecidos a EE UU. "Nuestro sistema es relativamente joven, mientras que en América lleva ya 30 o 35 años en marcha", indica el alemán Hendrik Brandis, fundador y socio de Earlybird. "Con todo, Europa está empezando a crear líderes globales en muchos sectores, algo que antes solo pasaba en EE UU". El británico David Carratt, socio de Kennet Partners, añade que "el reto de la Unión Europea se encuentra en el desarrollo del sector de la innovación pura. Somos buenos haciendo aplicaciones, pero no creando fórmulas rompedoras".
Otra cosa es el estado del arte en España, cuyos niveles de inversión en start-ups "están entre un 35% y un 40% por debajo de la media europea", subraya Brandis. Pero el entorno de crisis puede cambiar, en su opinión, esta desventaja. "Ahora es posible encontrar las mejores oportunidades de los últimos 15 años. Está demostrado que en tiempos de recesión es cuando se gestan más compañías".
El israelí Yuval Cohen, consejero delegado de StageOne, es muy gráfico respecto a la situación que atraviesa España. "El entorno que me encontré en mi país cuando empecé mi primera empresa en 1995 es muy parecido al que veo aquí ahora: hay una academia de muy alto nivel, pero faltan inversores que apuesten por proyectos que empiezan y muy pocas compañías de tamaño medio que puedan llevar a cabo el trabajo de pruebas que requiere una empresa tecnológica", señala. "Aquí las start-ups no tienen problemas para obtener una primera ronda de financiación, pero luego se quedan estancadas. Los grandes fondos solo intervienen en los proyectos que cuentan con partners locales. Es importante que fluya ese tipo de capital para atraer financiación extranjera", afirma Cohen.
Todos los ponentes invitados a las jornadas coinciden, además, en que hace falta que las autoridades hagan un mayor esfuerzo en subvencionar la I+D+i, todo lo contrario de lo que está sucediendo (el Gobierno acaba de reducir un 25% el gasto estatal en investigación). De la misma manera, hay consenso en destacar el alto nivel de ingenieros y licenciados españoles, partida que también contará a partir del año que viene con menos recursos. En el haber brilla con luz propia el farragoso papeleo necesario para montar negocios. Como también las dificultades para que profesionales muy cualificados obtengan visados para poder quedarse en el país.
Nicolás Goulet, fundador de Adara Venture Capitals, pone el acento sobre otra de las claves que a su parecer encorsetan el panorama emprendedor español: el pánico al riesgo. "Aquí no hay tolerancia al fracaso. Y esa es la clave del éxito: no se puede obtener un Premio Nobel de Química sin experimentar, es decir, fracasar una y otra vez hasta ver la luz".
Afincarse en España
¿Cuál es el atractivo de España para los inversores? ¿Por qué colocar aquí su dinero? La superior calidad de vida, en comparación con buena parte del resto de Europa, es uno de los primeros elementos en aflorar. Pero esta característica la comparten países como Italia o Turquía. "España está muy bien vista en Latinoamérica, y su posición geográfica le permite hacer de cabeza de puente con el Nuevo Continente", reflexiona el mexicano José Marín, fundador y socio de IG Expansión. Como también hace de puerta al Magreb, un mercado cuya apertura y crecimiento se ha visto recientemente congelado (con visos a retomarse próximamente). Este emprendedor considera, no obstante, que el esfuerzo innovador español se pone en aplicar en el mercado interno fórmulas que han funcionado en otros lugares, más que probar nuevos modelos o estilos de negocio.
En este sentido, el ruso Vadim Tarasov, director de inversiones de Media3, se queja de que "las empresas españolas no piensan en clave global, sino que se centran en explotar el mercado interno, sin tener ambición por expandirse". El directivo reconoce, sin embargo, que la crisis ha hecho que las empresas españolas hayan aprendido a gestionar mejor los recursos, a hacer "más con menos".
"Ser emprendedor en España no está bien visto", espeta el estadounidense Gary Stewart, director de la academia Wayra. En su opinión, la principal constricción reside en la poca implicación de los inversores, más que en la falta de miras de los emprendedores. "Personalmente me he encontrado con que algunos fondos de inversiones internacionales no confían en sus contrapartes locales, y eso tiene que cambiar". Otro consejo del americano: "España debería intentar aprovechar el elemento diaspórico: captar el talento que ahora mismo está huyendo de países como Grecia o Portugal".
"España sigue siendo la duodécima economía del mundo. Ese único motivo ya justifica el afincarse en el país", asevera Allan Majotra, socio de Axon Capital. Las dimensiones de la economía afectan también al tejido empresarial, como destaca el italiano Antonio Fontanini. "El hecho de tener aquí a compañías multinacionales de primer nivel como Telefónica, Santander, BBVA o las constructoras cotizadas da muchas garantías a las start-ups. Algún cliente potente podrán encontrar", enfatiza.
Abundando en esa idea, el venezolano Alberto Benbunan, director de Mobile Dreams Factory y business angel, considera que en España "faltan ejemplos". "Por ejemplo, la compra de Tuenti por Telefónica. Si la gente se da cuenta de que si desarrolla una buena idea puede que venga un gigante y se la compre, se lanzará a por ello", concluye este experto.
Se invierte en personas y en ideas, no en países
Un inversor no busca un país para financiar proyectos, sino que lo que le enamora son otros elementos. Según el británico David Carratt, socio de Kennet Partners e inversor de BuyVip, "no invertimos en países, sino en personas y en ideas, y si por algo gusta España además es por su calidad de vida". Este experto anima a crear un modelo de innovación en Europa que desbanque la primacía de EE UU. "¿Cómo podemos crear un modelo innovador que no deje la innovación en manos americanas?", espeta a los asistentes.
El mexicano José Marín, fundador de IG Expansión, anima al sector privado a involucrarse más con el fin de redirigir el riesgo en el negocio emprendedor y en la inversión. Lo primordial, afirma el israelí Yuval Cohen, consejero delegado de StageOne, es no tener miedo a caerse, ya que los resbalones forman parte de la historia y del proceso de aprendizaje de un emprendedor.
Pero tampoco se debe temer la expansión. "Hay muchas empresas pequeñas que nacen pero no tienen vocación de crecer, con lo cual no aplican herramientas de management y tienen poco talento en gestión", reflexiona Stephan Mathesius, director de fondos de la Junta de Andalucía.
Fuente: Diario Cinco Días
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