Cada cuatro años países de medio mundo pelean por ser sede de los siguientes Juegos Olímpicos. ¿Merece la pena?
El caso más cercano que tenemos para valorarlo es Londres, cuyos juegos se inauguran este verano y que en 2005 fue elegida sede olímpica. El coste inicial que se estimó fue de 5.000 millones de euros, sin embargo, a día de hoy ya se ha disparado hasta los 11.500 millones de euros.
Esta cantidad habría que separarla en dos partes. Por un lado están los recintos e infraestructuras olímpicas que se financian públicamente por el Gobierno central y local de la ciudad elegida; y por otro las Olimpiadas como tal (los propias competiciones) que se financian principalmente por el sector privado y cuyo coste solo supone unos 2.200 millones de euros. Las rentas que el Comité Olímpico Internacional (COI) obtiene de cada edición de los JJOO tributan de forma especial el ventajoso régimen de acontecimientos de interés público.
Previsiones que no se cumplen
El desfase presupuestario de Londres sigue la tradición, ya que la mayoría de las sedes olímpicas han terminado rebasando el presupuesto, y la capital británica, a pesar de haber prometido realizar unos juegos olímpicos 'económicos' parece no haberlo conseguido. Pero su incremento está aún lejos del que sufrió la sede de Montreal (1976), que de los 250 millones de dólares presupuestados terminó en 1.600 millones de dólares. El susto fue tal que a Moscú no le quedó remedio que seguir organizando los de 1980 que ya tenía adjudicados, pero sin embargo ninguna ciudad quería licitar los de 1984. Tras apresuradas negociaciones del COI la ciudad de Los Ángeles aceptó finalmente organizarlos imponiendo ciertas condiciones financieras y gastando muy poco en construcciones.
Un desfase similar ocurrió en Atenas en 2004, cuando con un presupuesto inicial de 4.500 millones de euros terminó gastando 10.800. Estos juegos supusieron un gran déficit para los griegos, un mal augurio de lo que les esperaría unos años más tarde.
Pero sin duda la palma se la llevó Beijing en 2008, que para conseguir los que han sido considerados los Juegos más modernos y espectaculares de la historia, pasó de los 12.000 millones de euros presupuestados a los 30.500 finales. Por ello la preocupación de los londinenses es obvia, la factura de unos JJOO puede pagarse durante muchos años. Terminando en territorio patrio, recordemos que los JJOO de Barcelona dejaron una deuda de 4.000 millones de dólares para el Estado español y otros 2.000 para el gobierno regional y local.
El dossier presentado por la candidatura de Madrid 2020 el mes pasado en Lausana, desvelaba un presupuesto de 1.808 millones de dólares, es decir, 1.389 millones de euros que correrán a cuenta de los patrocinadores privados. En torno a un 15 por ciento (555 millones) procederá de la venta de entradas, 134 millones de licencias y 26 de loterías.
Madrid defiende los Juegos 2020 como salvavidas
Pero no todo son desgracias, evidentemente, la celebración de un evento así trae beneficios, unos tangibles y otros no tanto. Los más evidentes: la construcción de infraestructuras, espacios deportivos y mejora de la red de transportes, aunque en el caso de Madrid la mayoría ya están terminadas o casi. Otro de los riesgos más típicos es la infrautilización posterior de ciertos espacios que sin embargo suponen un alto coste de mantenimiento.
Pero sin duda uno de los aspectos más interesantes, y más en la actual crisis, es el turismo internacional durante dos meses así como la creación de puestos de trabajo durante unos años concretos. Según la consultora Deloitte, socio de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, a propósito de la realización de dicho evento se han producido y se producirán 200.000 empleos, lo que representa la cuarta cifra más alta de los últimos ocho Juegos Olímpicos. La tasa más alta de empleo la obtuvo Beijing 2008 con 600.000 personas que trabajaron para el evento. En estas cifras no se cuentan los trabajadores voluntarios.
Según la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, y el presidente de la candidatura y del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, desde septiembre de 2013 hasta la cita, se crearían 320.000 puestos de trabajo merced a la apuesta olímpica.
Entre la lista de beneficios indirectos se encontrarían la proyección internacional, la cohesión nacional, el orgullo cívico… Algo sin duda interesante, pero que no nos evita pensar hasta qué punto compensa ser sede olímpica. De hecho, el ministro encargado de los Juegos Olímpicos de Londres confesaba hace unos meses al London Telegraph, hablando sobre el desfase presupuestario: "De haberlo sabido, ¿habríamos presentado la oferta para organizar los juegos olímpicos?" La respuesta parece implícita.
Fuente: Diario Expansión
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