Cada vez más analistas y políticos dan por hecho que los griegos abandonarán la eurozona con una enorme factura sin pagar. Los cálculos del coste que tendrá esta salida ofrecen cifras astronómicas.
En el argot juvenil se conoce como simpa a la práctica de largarse sibilinamente de una cafetería o restaurante sin pagar la factura. Las consecuencias directas para los dueños del establecimiento afectado son las siguientes: abonar el pufo, reforzar la vigilancia para que algo así nunca vuelva a suceder y, sobre todo, fichar a los escaqueadores para no dejarles entrar nunca jamás. Salvando las distancias cuantitativas, cada día más analistas y políticos tienen en mente que Grecia, forzado por causas mayores y sin ánimos de picaresca, haga pronto un gran simpa a la eurozona.
Pero claro, ¿cuánto dinero se verán obligados a perder los dueños del establecimiento (eurozona) tras descubrirse semejante agujero? En todos los cálculos difundidos en los últimos días, las cifras son astronómicas. Por ejemplo, UBS calcula que los contribuyentes europeos deberán apostar nada menos que 250.000 millones de euros para compensar todas las pérdidas de las inversiones en el país heleno si éste abandona la moneda única. Citi, por su parte, apunta que el Banco Central Europeo (BCE) tendría que regar el sistema bancario del continente con 800.000 millones.
Tal como ha señalado el FMI, la salida del euro obligaría al Gobierno griego a hacer una devaluación de entre el 15% y el 20% sobre la media de la eurozona para obtener el equilibrio en su balance por cuenta corriente.
Esta devaluación devolvería la competitividad y fomentaría sectores como la exportación y el turismo, pero no sería el final de la historia. Financial Times publicó recientemente que a partir de ese momento los griegos podrían seguir dos caminos, uno correcto y otro erróneo. En el primero, el Gobierno intentaría reactivar el sistema bancario, gestionar unos presupuestos equilibrados y convencer a la opinión pública para que acepte un fuerte deterioro del nivel de vida. Por el contrario, si el Ejecutivo elige el sendero equivocado, usaría sus nuevos poderes de autonomía monetaria para compensar los efectos de la devaluación y generar prosperidad a través del gasto. Pero de este modo se correría el riesgo de que la hiperinflación generada tras un breve período de respiro se viera seguida de una nueva devaluación de la moneda y de la impresión de más dinero.
Esta devaluación devolvería la competitividad y fomentaría sectores como la exportación y el turismo, pero no sería el final de la historia. Financial Times publicó recientemente que a partir de ese momento los griegos podrían seguir dos caminos, uno correcto y otro erróneo. En el primero, el Gobierno intentaría reactivar el sistema bancario, gestionar unos presupuestos equilibrados y convencer a la opinión pública para que acepte un fuerte deterioro del nivel de vida. Por el contrario, si el Ejecutivo elige el sendero equivocado, usaría sus nuevos poderes de autonomía monetaria para compensar los efectos de la devaluación y generar prosperidad a través del gasto. Pero de este modo se correría el riesgo de que la hiperinflación generada tras un breve período de respiro se viera seguida de una nueva devaluación de la moneda y de la impresión de más dinero.
España Y por ejemplo, ¿a cuánto ascendería el sablazo para España? Según un estudio de la escuela de negocios francesa IESEG, exactamente a 39.500 millones de euros. España tendría que asumir su parte de los 104.000 millones de garantías que el BCE ha inyectado en el primer programa del rescate griego, que consiste en 13.300 millones. También se perderían los 13.800 millones que el Gobierno español aportó en el Fondo de Estabilidad Financiera (EFSF) para la segunda fase de dicho rescate. A estos montos habría que añadir la cuota española de los 45.000 millones de deuda helena que el BCE ha comprado en el mercado secundario (5.700 millones) y por último, 6.700 millones en concepto de préstamos bilaterales.
Los bancos españoles también se verían afectados, aunque el volumen de deuda pública griega que tienen en sus balances no es muy elevado. Las entidades que poseen inversiones en títulos helenos son Banco Santander (177 millones), BBVA (127 millones); Bankia (55); Banco Pastor (41); Effibank (37), Unicaja (6) y Banca Cívica (5), según datos del Banco de España.
No se quedaría ahí el mal trago. Según apunta Barclays en un reciente documento, “España ya está afrontando un súbito retroceso de los flujos de capital que seguramente se aceleraría si Grecia abandona la moneda única. Y tampoco parece que Italia salga indemne si la situación española empeora”.
Fuente: Diario Expansión
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