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«Desgraciadamente, el rescate de Bankia se hará a cargo del Tesoro Público y a costa de sus actuales accionistas, pudiendo provocar unas consecuencias negativas para el resto del sector financiero». Rodrigo Rato se lamentaba así en undocumento repartido esta semana al consejo de Caja Madrid, entidad que todavía preside, de la deriva que ha tomado Bankia. El movimiento del ex presidente coincide con la creciente indignación que ha supuesto la solicitud de 19.000 millones de euros públicos en el cuarto banco del país, que no sólo ha escandalizado a los ciudadanos de a pie, sino también al sector financiero y a buena parte del mundo de la política.
Lo cierto es que Rato planeaba someter a la entidad a un duro ajuste con el que esperaba reducir a 7.000 millones los fondos públicos solicitados. Pero el plan nunca llegó a ser aprobado por el Banco de España, quien solicitó un nuevo y creible proyecto de desinversiones y un cambio en la cúpula de la entidad. Cierre de oficinas, venta de participadas y externacionalización de la plataforma tecnológica eran las principales soportes de una hoja de ruta a la que, sin embargo, rodeaban demasiadas incógnitas.
Según el documento presentado al supervisor, el equipo de Rato propuso la venta de hasta 200 oficinas. Para agilizar el cierre de la operación, la entidad daría más facilidades si las redes procedían de una caja aún no integrada en la llamada «plataforma Bankia». Es decir, las sucursales de Caja Canarias, Caja Segovia, Caja Rioja y Caixa Laietana tendrían prioridad en la lista. Bankia esperaba liberar así unos 300 millones de capital.
En cuanto a la venta de participadas, la entidad estimaba en unos 8.600 millones las potenciales desinversiones de participadas. Si bien, de este total, casi 5.300 millones sólo podrían ser vendidos en caso de que el precio de mercado sólo fuera un 10% menor que el valor en libros, para así evitar pérdidas. Se trataba, precisamente, de las joyas de la corona de la entidad: participaciones del 15,7% de NH Hoteles, el 12,1% IAG (Iberia-British), el 9,1% de Metrovacesa, el 50% de Global Vía y el 5,4% de Iberdrola.
Según figura en el documento, Bankia tiene contabilizado estos paquetes por valor de 3.797,5 millones de euros, cuando su valor actual de mercado es de 2.225 millones. Su venta en el momento actual supondría unas pérdidas de 1.573 millones, con lo que, en vez de engordar el capital de la entidad, supondría una merma de 631 millones.
Así, descartada la venta de las grandes participaciones de la entidad como vía para generar capital a corto plazo, Rato ponía sus esperanzas en la desinversión este mismo año de participadas de menor tamaño como Bankia Fondos, Mapfre América, Alazor, City National Bank of Florida, Mecalux o BME, entre otras. Bankia tenía estos paquetes en libros por valor de 656 millones y esperaba conseguir por ellos casi 950, lo que generaría poco más de 375 millones de capital.
Para el medio plazo, hasta 2015, se aplazaba la venta de otras inversiones como el 20% de Indra, el 27,7% de Realia, el 15% de Mapfre o el 38,5% de Banco Inversis, entre otras. La mala coyuntura también dificultaba en este caso la generación de capital: el valor actual de mercado rebajaba a 2.068 millones los 2.454,7 millones que figuraban en libros. Por último,con la venta de la plataforma tecnológica del banco se esperaba generar entre 70 y 200 millones de euros.
Bankia necesitaba casi 10.000 millones para cumplir con los dos Reales Decretos aprobados por el Gobierno y las cifras no convencieron al supervisor. El plan, presentado el viernes 4 de mayo, no fue aceptado por el Banco de España. Tres días después, Rato anunciaba su dimisión como presidente y Goirigolzarri recogía el testigo. La llegada del ex consejero delegado de BBVA parecía haber calmado las aguas pero la petición de 19.000 millones, cantidad que superó ampliamente las expectativas del sector, ha encendido el debate.
Ahora, el debate sobre si la cantidad de fondos solicitados por el equipo de José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, supone un «blindaje» excesivo para ser construido con dinero del contribuyente está sobre la mesa. El propio Rato asegura en el documento informativo repartido al consejo de Caja Madrid que la entidad nacionalizada tendrá «múltiples y mullidos» colchones para posibles pérdidas futuras, lo que se traduce en que «el nivel de cobertura de los préstamos inmobiliarios de la entidad debe de ser la más alta del mundo».
Fuente: Diario ABC
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