La estación en forma de ave que el arquitecto español diseñó para la reconstrucción del World Trade Center de Nueva York alza hoy el vuelo tras seis años de obras y un presupuesto de más de 3.700 millones de dólares, un 70% por encima de lo previsto.
En medio de flamantes rascacielos, de solares aún en construcción, de grúas y obreros, de tiendas y turistas, del recuerdo de aquellos que murieron en los atentados del 11-S y del trasiego de los centenares de trabajadores que van y vienen de Manhattan cada día, una construcción destaca sobre todas las demás.
Se trata del Oculus de Santiago Calatrava, un modernísimo y majestuoso intercambiador de transportes en forma de ave milenaria a punto de echar a volar. Nadie que atraviese la Zona Cero de Nueva York, en el sur de Manhattan, permanece ajeno a él, a pesar de que, apenas unos metros más allá, se levanta la Liberty Tower, el rascacielos más alto de Estados Unidos, inaugurado a finales de 2014.
La primera fase del Oculus se inaugura hoy. El vuelo de una de las obras más destacadas de Calatrava no ha sido, sin embargo, fácil. Por un lado, ha necesitado una inversión de más de 3.700 millones de dólares (3.400 millones de euros), frente a los 2.200 millones en los que se había presupuestado en un primer momento. Por otro, su inauguración se esperaba en 2009 bajo el proyecto inicial. Las obras, cuya cimentación se inició en abril de 2010, han sido especialmente complejas, entre otras cosas, porque se decidió mantener el servicio ferroviario de la zona, lo que obligó a construir una estación temporal que ha implicado retrasos y parte del desvío en el presupuesto, también afectado por los costosos materiales que ha necesitado el Oculus. Hasta 474 millones de dólares se han dedicado a la compra de acero procedente de fábricas especializadas, incluyendo una en Italia.
El intercambiador dará servicio a los usuarios de los trenes de cercanías y las líneas de metro que vienen y van cada día al área de Wall Street y otros destinos de la ciudad. Su inauguración definitiva será en primavera, cuando el Oculus esté totalmente operativo y se hayan abierto los accesos a las 11 líneas de metro. Se espera que acoja entonces a 250.000 pasajeros cada día.
El interior de la obra de Calatrava, que cuenta con 45 metros de altura, es también una de sus principales características. Todo es de acero y mármol de un blanco luminoso, que da la sensación de estar dentro del esqueleto de un animal gigante. Además de los servicios de trenes, metros, autobuses y ferrys, el interior de la estación cuenta con un espacio comercial.
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INGEYPRO INGENIERÍA Y PROYECTOS. OFICINA TÉCNICA DE CONSTRUCCIÓN
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