Tres ciudades del mundo, tres conversaciones discretas sobre la posibilidad de consulta en Cataluña con la incertidumbre que supone para, entre otros, los mercados financieros. El lunes, el ministro de Economía, Luis de Guindos, lo trataba en Londres con responsables de las agencias de rating Moody's y Fitch. El martes, el mismo titular de Economía, en Nueva York con los de la agencia DBRS. Y en los días siguientes en Davos (Suiza), el primer ministro de Holanda, Mark Rutte, se convirtió en uno de los pocos asistentes que mostró interés por la cuestión en las reuniones privadas del Foro Económico Mundial.
El mensaje de De Guindos a las agencias de rating fue pedirles que no den credibilidad a la iniciativa de la Generalitat a la hora de valorar la solvencia del Reino de España. La semana pasada, un informe de Moody's Analytics, situaba la posibilidad de secesión de Cataluña como el mayor «riesgo» para la recuperación de la economía española, puesto que el Estado perdería a un motor clave. Esa alarma, traducida a rating, implica cercenar el intento del ministro de Economía de que España abandone de una vez su actual nivel a un solo peldaño del bono basura con el consiguiente efecto benéfico en la financiación. Por eso, de Guindos transmitió a todas las agencias de rating -Standard&Poor's también ha recibido el mensaje- que no den credibilidad a la secesión, porque no sólo el Gobierno, sino porque tampoco la Unión Europea lo permitirá.
El premier holandés en privado apoya la consulta. en público: 'es asunto interno'
En este último punto hay que aclarar la posición del primer ministro holandés. Según interlocutores consultados en Davos, Rutte se muestra muy consciente de que su partido, el de los Liberales Europeos, es la única fuerza política de la Eurocámara que apoya que se celebre la consulta sobre la secesión. Admite el derecho a consultar a los ciudadanos y su posición es significativa, porque es el primer miembro del Consejo Europeo -es decir, de los que realmente deciden si un país puede o no formar parte de la Unión Europea- que muestra sensibilidad por la reivindicación de Artur Mas. Pero, preguntado su portavoz por este cronista, la respuesta del primer ministro en público es ésta: «Se trata de asuntos internos de España». Es decir, para desesperación de Mas, la misma que el resto de socios europeos.
Pero sólo el mero hecho de que haya que tratar el tema con las agencias de calificación, obliga a Mariano Rajoy a elevar el tono en contra de la secesión y a dejar claro dentro y fuera, como dijo el lunes en Antena 3, que «ningún territorio se va a independizar de España». Más allá de consideraciones políticas o constitucionales, el gallego tiene 200.000 millones de razones para ponerse serio. No hay más que ver lo que ha hecho su homólogo, el primer ministro británico,David Cameron. Ha permitido la consulta, pero, al tiempo, ha tenido que dejar claro a los mercados que asume toda la deuda de Reino Unido, aunque Escocia se independice. La teoría es que si Escocia se separa, tendrá que irse lógicamente con su parte de la deuda total de Reino Unido. Sin embargo, en la práctica, Cameron asegura que la asume él. ¿Por qué? Pues porque si no lo hace, los inversores internacionales empezaban a dudar de comprar bonos británicos, por si al final una parte la asumía una Escocia insolvente.
El alcalde de Barcelona afirma que nadie le preguntó en Davos por la secesión
El problema se multiplica en el caso de España, porque Cataluña no es la marginal Escocia. Si los inversores olfatean que, de verdad, hay posibilidad de que se escinda, dejarán de comprar bonos del Reino de España. ¿Quién va a confiar en adquirir deuda que comparten un Estado potencialmente mutilado y una Cataluña destinada a la quiebra? La solución Cameron, que consistiría en que Rajoy asuma los 200.000 millones de deuda -una quinta parte en función de su peso en la economía- que podrían corresponder a Cataluña aunque se separe, no colaría porque la España recortada sería mucho menos fiable sin el otro lado del Ebro.
De momento, el problema no entra aún en el radar peligroso de los mercados. «España parece que está en buena dirección», comenta tranquilo a este cronista Louis Bacon, dueño del hedge fund Moore Capital, que es uno de los gigantes que provocan tormentas si se lo propone.
«Es que no preocupa. A mí nadie me ha preguntado en Davos por la consulta», asegura el alcalde de Barcelona, Xavier Trias. Aunque él es de los que cree que una secesión no perjudicaría la solvencia de Barcelona, porque se beneficiaría del efecto capitalidad. Según Rajoy y Guindos, Trias nunca podrá comprobar si lo que dice es un puro disparate.
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