lunes, 23 de abril de 2012

LAS SOMBRAS SE CIERNEN SOBRE LA POLÍTICA ECONÓMICA DE MARIO MONTI,


Una Italia en tempestad
EFE

«Combatimos todos los días para evitar el dramático destino de Grecia, donde viven importantes recortes y se han producido 1.725 suicidios en los dos últimos años. Estas son las tragedias de la crisis que el Gobierno italiano está intentando evitar, invirtiendo la situación».
Con esta fúnebre estadística el primer ministro italiano, Mario Monti, evocó el pasado miércoles el espectro griego, durante una rueda de prensa para presentar el Documento de Economía y Finanzas (DEF) para el relanzamiento económico aprobado por el Consejo de Ministros. «Es doloroso», explicó el profesor Monti, asistir también en Italia a la desesperación: «Esta crisis está imponiendo un precio altísimo a familias, jóvenes, trabajadores y empresas; algunas veces, hay experiencias que llevan a desesperación. Por culpa de la crisis algunas personas se quitan la vida. Pero sin el trabajo de estos meses, habríamos caído en el abismo de la deuda y de la bancarrota».
La verdad es que ha sorprendido el dramatismo del profesor Monti y ha causado malestar su evocación del espectro griego. En un editorial, el«Corriere della Sera» se preguntaba por qué el primer ministro, considerado un hombre práctico y mesurado, «asusta a una nación ya atemorizada» por la crisis, cuando lo que Italia necesita es «confianza y desactivar las frustraciones y repetidas desilusiones».
Hasta ahora, Monti aprovechaba para difundir optimismo en cualquier presentación de reformas, como el plan de liberalizaciones, que ha recortado privilegios a colectivos como abogados, notarios o farmacéuticos. Pero la atmósfera ha cambiado y el miércoles concluyó con amargas palabras: «El malestar por dificultades ligadas al trabajo afecta directa o indirectamente a casi la mitad de las familias italianas».

Plan «salva Italia»

Sus palabras reflejan un cierto desánimo. Es cierto que ha logrado evitar el trágico destino griego, gracias a un plan de austeridad de más de 30.000 millones de euros aprobado en diciembre y denominado «salva Italia». Pero después se ha visto empantanado en la segunda tarea importante: lograr el crecimiento, una fase en la que si no tiene éxito pone también en grave peligro la de «salva Italia».
En el DEF el gobierno tecnócrata italiano ha tenido que reconocer el agravamiento de la recesión en 2012. El PIB se contraerá este año un 1,2%, y en 2013 aumentará el 0,5% dos previsiones más optimistas que las ofrecidas por la Confindustria (patronal empresarial), Banco de Italia y Fondo Monetario Internacional, que el miércoles predijo un -1,9% para 2012. Para colmo, admitió que le resultará imposible lograr el equilibrio presupuestario en 2013 como se había comprometido anteriormente: se acabará con las cuentas públicas en rojo (-0,5).
El plan de crecimiento presentado por Monti es ambicioso y se centra en problemas como el crédito, la liquidez, la corrupción, la economía sumergida y la evasión fiscal. Monti reconoce que «la reconstrucción de la economía necesitará muchos años. Sirve un programa de ocho años».
La lectura que ha hecho la prensa internacional especializada de las previsiones del gobierno ha sido como una ducha de agua fría. «Monti pospone un año el equilibrio presupuestario», tituló el«Financial Times». «Italia ha anunciado que no habrá paridad en el presupuesto el año próximo», escribió igualmente el «Wall Street Journal».
Mario Monti ha señalado que ese -0,5% lo considera en la práctica un equilibrio presupuestario. Pero el hecho de que los dos periódicos económicos que son la referencia de los mercados estén de nuevo poniendo el acento sobre el riesgo de Italia, ha suscitado la alarma en Roma. «A no ser que la economía despegue —señala el «Financial Times»— , los mercados continuarán preguntándose si Italia pagará su deuda. El aumento del interés en los pagos de deuda podría llevar a Roma hacia un futuro de austeridad», es decir, hacia un nuevo plan de ajuste. Hasta fechas recientes, el profesor Monti ha reiterado que no serían necesarias en Italia nuevas medidas de ajuste, pero incluso en su Gobierno y entre algunos expertos se habla ya de otro plan de austeridad. Hay que tener en cuenta que las previsiones del DEF se basan en un cálculo sobre la prima de riesgo, oscilando entre 200 y 300 puntos básicos, mientras que desde hace días el diferencial está por encima de los 380.

«Buenas intenciones»

Tampoco en la prensa nacional el plan de relanzamiento económico de Mario Monti ha suscitado entusiasmo. El sociólogo Luca Ricolfi cree que «solo hay buenas intenciones». Para empezar,Italia está sin un euro. Así lo reconocía el propio primer ministro en el transcurso de una larga reunión con los líderes de los partidos mayoritarios que apoyan en el Parlamento al Gobierno técnico, una «extraña mayoría».
El desánimo de Monti procede de la situación política italiana, con esa «extraña mayoría» cuyos componentes se intercambian a menudo golpes bajos poniendo en dificultad al primer ministro. De ahí que les haya advertido: para que el programa de crecimiento sea creíble e Italia atraiga a los inversores extranjeros es indispensable que la política haga también lo que le corresponde. «Una parte del escepticismo sobre el futuro de Italia depende del escepticismo que existe sobre la voluntad para reformarse de la política italiana», añade.
La realidad es que hoy esa clase política va en dirección opuesta a los sentimientos de los ciudadanos. Mientras a los italianos se les pide que se aprieten el cinturón, los parlamentarios no dan ninguna prueba de estar adaptándose a esos sacrificios. Su mayor interés está en defender sus privilegios de casta. En 2010, los partidos políticos recibieron 295 millones de euros, que han dado pie a una corrupción más extendida que nunca en Italia. Raro es el día que los medios de comunicación no revelan un nuevo escándalo. El último, el viernes, en el semanario «LŽEspresso»: Roberto Formigoni, del PDL, gobernador de la región más rica de Italia (Lombardía), pasó tres vacaciones en el Caribe en un resort de 7 estrellas, uno de los más caros del mundo (45.000 euros por semana en alta estación), pagado por un empresario que está encarcelado acusado de corrupción.
Crece así la rabia de la gente, que ha perdido completamente la confianza y consenso de los ciudadanos. En este clima, un personaje como Beppe Grillo, famoso cómico fundador del movimiento 5 Estrellas, encarna la protesta nacional contra la política. Un reciente sondeo nacional le atribuye el 7,5% de intención de voto, convirtiéndolo en el tercer partido de Italia, después del PD y PDL, prácticamente al mismo nivel que los partidos liderados por Casini (UDC) y el ex magistrado Antonio Di Pietro (IdV).

Entrevista con Napolitano

Ante este desolador panorama, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, el gran defensor del profesor Monti, mantuvo un largo encuentro el jueves con el primer ministro sobre el futuro de Italia. Para Napolitano, es necesario un cambio que enderece la situación; el golpe de timón para estimular el crecimiento debería venir de Europa. Un análisis con Monti coincide: «Ahora tenemos las cartas en regla. Podemos usar el mismo tono de voz que Alemania porque hemos incluido el equilibrio presupuestario en el nuevo artículo de la Constitución».
Para los expertos «no es suficiente con salvar a Italia», el problema número uno es el crecimiento. La austeridad y rigor impuestos por Monti llevan a decir al jefe del grupo parlamentario del centro derecha (PDL), Fabrizio Cicchitto, que Italia está llegando al «rigor mortis» (como algunos llaman a Monti). El primer ministro no puede pensar que «es un comisario de la UE enviado a Italia».
Para Italia, por tanto, no ha terminado la tempestad, sino que la crisis podría agravarse. Los datos no pueden ser más desalentadores. El mismo día que hablaron Monti y Napolitano, se anunció que cinco millones de italianos están sin trabajo, y otros tres millones ni siquiera lo buscan. El desempleo alcanza el 9,3%, el paro juvenil al 32 % de los menores de 25 años, con mayor presencia en el sur de Italia.
Para relanzar el crecimiento, Monti se había planteado la reforma laboral como una prioridad. Al inicio contempló casi el despido libre, después, presionado por el Partido Democrático (el principal de centro izquierda) y los sindicatos, dio marcha atrás, para disgusto del centro derecha y los empresarios, que por medio de la presidente de Confindustria, Emma Marcegaglia, calificaron el texto de «pésimo». Al igual que había ocurrido con las liberalizaciones, el Gobierno se quedó a medio camino en la reforma laboral, con Monti buscando «el equilibrio» para contentar a todos. La presentó como «un compromiso de relieve histórico para Italia», pero también recibió las críticas del «Financial Times» y «Wall Street Journal».
A esos errores de la reforma laboral, poca profundidad en las liberalizaciones y ninguna sacudida importante en el plan de crecimiento, hay que añadir los escasos recortes que Monti ha hecho en el gasto público. Para muchos, como el profesor Baldassarri, se trata de un grave error, porque «la única salvación –subraya- es poner en práctica inmediatamente la madre de todas las reformas: Los recortes en gasto público». Mario Monti, como han hecho hasta ahora los gobiernos que lo han precedido, ha afrontado los problemas de equilibrio presupuestario con mayores impuestos, en lugar de menores gastos. En concreto, el plan de ajuste de Monti por valor de 30.000 millones de euros lo ha hecho en el 90% a base nuevos impuestos. Italia está así a la cabeza de Europa en presión fiscal, que llegará al 45,1 % del PIB en el 2012, y en 2013 alcanzará otro récord: 45,4 %.
Teniendo en cuenta que Italia está en plena tormenta, sin haber resuelto aún, ni mucho menos, sus problemas, era engañoso que Monti diera a entender en varias ocasiones que la culpa de que subiera la prima de riesgo italiana era de Madrid. Así lo reflejaron todos los medios, aunque luego el primer ministro italiano, siempre muy atento a su imagen, haya desmentido que hubiera echado las culpas a Madrid.

Petición a coro

La expectación se centra ahora en las elecciones francesas, que concluirán el 6 de mayo, en coincidencia también con comicios locales en Italia, legislativas en Grecia y regionales en dos estados alemanes. Será una buena ocasión para comprobar el estado de ánimo de las tres mayores economías de la eurozona. La esperanza en Italia, obviamente no confesada por todos públicamente, es que una posible victoria en Francia del socialista Hollande podría empujar a la canciller alemana Angela Merkel a aflojar su fanático rigor en el pacto fiscal europeo impulsado por Alemania, permitiendo al menos que los gastos en inversiones públicas queden al margen de la relación déficit-PIB. A gritos se lo pide toda Europa, porque si todo se centra en la austeridad y no se garantiza el crecimiento, no es posible reducir la deuda.
En un artículo en el «Corriere» titulado «El espléndido aislamiento alemán puede aumentar la injusticia en Europa», el exembajador de Italia en Berlín, Antonio Puri Purini, advertía el viernes que «la obsesión por la austeridad» puede encaminar a Europa hacia «un futuro imprevisible, rayano en la catástrofe». De momento puede dar fe de ello Mario Monti. Se le lleno la boca de tres palabras repetidas machaconamente en los primeros 100 días de su mandato, como grandes objetivos: rigor, igualdad y crecimiento. Fue llamado por Napolitano «para salvar al país». Hoy, aunque mantiene una popularidad cercana al 50 % —llegó casi al 80%— y se le ve sin alternativa, su imagen queda asociada sobre todo al rigor, confiando el país que no se llegue al «rigor mortis».

Fuente: Diario El Mundo
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